
En una reciente visita hospitalaria, coincidí con un matrimonio joven, por debajo de los 30, con el que compartí los temas de rigor en este tipo de contextos: motivos de la visita, salud de los enfermos, tiempo de permanencia en el hospital...
Se trataba de una pareja muy simpática y extrovertida, cuya naturalidad y tranquilidad al hablar de la discapacidad y graves afecciones padecidas en sus familias me sorprendió. Es más, me impresionó el despliegue que exhibieron de vitalidad, buen humor, excelente ánimo y convicción en los aspectos positivos de la vida, sin apartarse del realismo y gravedad de la situación.