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jueves, 3 de octubre de 2013

La verdadera integración.

Juan Fco.Martín.
Population Clip Art

Desayunando en un hotel de una cadena española con presencia internacional (eso que ahora llaman Marca España), me sorprendí gratamente mientras degustaba el variado bufet.

El comedor, prácticamente lleno, bullía de clientes deambulando alrededor de las numerosas bandejas de comida. En consonancia, el trasiego del personal, desde y hacia la cocina, era continuo, reponiendo y acondicionando bandejas. Visto desde mi mesa, resultaba una secuencia perfectamente engranada, sin desfases entre los que vaciaban  y los que reponían (al más puro estilo just in time)

En medio de este símil de baile de salón tan bien sincronizado, sus facciones delataron la discapacidad intelectual de uno de los empleados. Fue una constatación casual, casi inadvertida, no presentida a la luz de la labor que desempeñaba eficazmente en aquél trajín ocasionado por la voracidad de los clientes.



Su nivel y ritmo de trabajo era similar al de otros compañeros, sin requerir, igual que ellos, tutela alguna, actuando con plena autonomía, consciente y consecuente con su responsabilidad..

Se han escrito ríos de tinta sobre la integración de las minorías y contra la discriminación en cualquiera de sus manifestaciones. Destaca la revolución social en Estados Unidos por el fin de la segregación racial, lo mismo que en Sudáfrica. También de trascendencia, los movimientos por la igualdad de derechos civiles de las parejas homosexuales, o por la plena integración laboral de la mujer, aún sin resolver.

Sin embargo, la integración de las personas con discapacidad, parece quedarnos muy lejos, casi como si no existiese, sólo planteada por  las instituciones y asociaciones que les son próximas. La ley de integración social del minusválido (Ley 13/1982 de 7 de abril), establece para las empresas públicas y privadas, con una plantilla superior a 50 trabajadores, la obligación de contratar a un mínimo del 2% de trabajadores con discapacidad.

Desconozco el índice de cumplimiento de la ley, pero lo cierto es que facilitar estas oportunidades es de justicia, integrando a personas eficaces, motivadas y comprometidas con su trabajo.

Me percato, una vez más, de lo estrecho de la parcela de mundo en que vivimos, desentendiéndonos de la desigualdad de oportunidades, las injusticias o los prejuicios que sufren otras personas.

Aplaudo estas iniciativas de integración y felicito por ello a Meliá.



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