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lunes, 4 de noviembre de 2013

Engranando voluntades.

Juan Fco. Martín.
Gear Clip Art

En la familia, como en casi todas, tenemos mayores y niños. Cariñosamente, les llamamos los dependientes, ya que es necesario atenderles, guiarles o estar pendientes de su salud y bienestar. Probablemente, esta circunstancia fomenta las reuniones y los días que pasamos juntos, a la vez que disfrutamos de estupendos momentos.

En clave de broma, hablamos de las funciones materiales y sociales a realizar, estando las primeras vinculadas a las tareas logísticas (comida, suministros, organización) y las segundas relacionadas con la atención y cuidado de nuestros dependientes.

De forma fluida nos distribuimos y organizamos para realizar ambas tareas, de modo que todas las necesidades queden cubiertas. Para ello, la comunicación compartida es esencial, lo mismo que el buen humor y el deseo de apoyarnos mutuamente para hacer frente a estas situaciones más o menos complicadas que la vida pone en nuestro camino.

En la empresa, las cosas son, o deberían ser, similares. Hay tareas básicas que realizar para alcanzar los objetivos, de las que todos/as somos conscientes. Ello nos faculta para organizarnos y distribuir el trabajo, colaborando para gestionar el día a día, compartiendo una sonrisa, una palabra amable o un gesto de ayuda cuando sea necesario. No importa la departamentación que haya, estas actuaciones están en nuestra voluntad y en la conciencia de la responsabilidad propia y compartida.

La empresa es un ente social, por lo que son las acciones conjuntas las que crean sinergias, cuyos resultados superan a las actuaciones individuales. Es necesaria una maquinaria engranada para que sea eficiente y eficaz. La brillantez individual no pasa de anécdota cuando se requieren actuaciones coordinadas.

Durante décadas, las múltiples investigaciones realizadas sobre el rendimiento laboral han evidenciado que un equipo organizado y cohesionado aumenta sus resultados, a la vez que la satisfacción,  la intensidad de la identificación con la empresa y del sentimiento de pertenencia a la misma.

No hay excusas. Aplicar las mencionadas herramientas (comunicación, buen humor y la mera disposición para contribuir al fin común) no tiene coste alguno y sí grandes beneficios en la consecución de los objetivos individuales y colectivos, y la mejora de nuestro bienestar en el trabajo y el de clientes, proveedores y compañeros/as.



Gracias por compartir y que tengas un excelente día.

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