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martes, 8 de septiembre de 2015

Mejor la línea recta.

Siempre que cruzo por esa esquina le veo descansando plácidamente,ajeno al trajín de la calle y al continuo discurrir de gente menesterosa con sus quehaceres y de coches apresurados. Diríase que no tiene más preocupación que disfrutar de la tranquilidad, sin urgencias ni agobios.

Transmite esa envidiable sensación de saber discernir lo importante de lo trivial, de sopesar las cosas en su justa medida y de movilizar los recursos estrictamente necesarios. Parece atesorar el conocimiento del valor de la sencillez de las cosas, del principio científico de parsimonia, que establece la primacía de la hipótesis más simple, obviando la complejidad o los requiebros, para explicar un mismo hecho.

Me miro en su espejo y caigo en lo mucho que nos complicamos la vida buscando caminos más largos o difíciles,

jueves, 23 de julio de 2015

Jugando en primera división.



Resultado de imagen de excelencia


La semana pasada tocó la revisión de la salud bucal y auné fuerzas para volver a la clínica fashion, que me dejó sensaciones tan contradictorias en la visita anterior. Sin embargo.esta vez la cosa fue bien distinta.

También desde el primer momento, la primera impresión fue impactante; máximo despliegue de medios, presentación impecable, electrónica multimedia de primer nivel, absoluta limpieza, paredes relucientes, equipamiento médico de infarto... Vamos que no faltó de nada.

Pero lo que terminó por desbordarme fueron los

miércoles, 1 de julio de 2015

El chico de la obra.

Carpenter Clip Art

Posiblemente muchos recordarán aquel spot televisivo de una conocida marca de refrescos en el que, a la hora del desayuno, el chico de la obra paraba la faena para tomarse un respiro, luciendo morenazo y musculatura torneada, para deleite de un fiel público femenino. Con menos glamour, pero mucho más auténtico, todos los viernes aparece por la oficina el repartidor de agua. De enormes dimensiones y pura carne de gimnasio, se planta en la puerta, ocupando el marco en altura y anchura. Diríase que se trata de un anuncio de complemento vitamínico, o del primo de la marca de zumos. Pero no, cuando la vista llega hasta su cara, sería más acertado caracterizarlo para promocionar pasta dentrífica o, mejor aún, una auténtica declaración de alegría y felicidad.

Porque lo que realmente destaca, por encima de su fortaleza y descomunal tamaño, es la amplia sonrisa de oreja a oreja y no sólo en la boca, sino en los ojos y en todas sus facciones. Siempre acompañada de una breve carcajada como tarjeta de visita, parecería que se tratase de un joven Papa Noel si le pusiéramos barba blanca y rellenásemos su perímetro. Cualquier indicio amenazante desaparece al momento, proyectando cercanía y buen humor, siempre con una vitalidad contagiosa. Lo cierto es que es la alegría de la huerta y se nota.

Invariablemente, me asalta el mismo pensamiento cuando le veo.

martes, 23 de junio de 2015

Un día de pesca.

Pescadoreli Clip Art

Por la tarde, camino del curso de marras al que me he referido en anteriores ocasiones, siempre me encontraba con la misma escena: en un scalextric de la autopista, al abrigo de la sombra producida por la misma estructura de hormigón y asfalto, un pequeño grupo de jubilados jugando a las cartas en una mesa playera en la que nunca falta bebida y comidaMientras, las cañas de pescar trabadas entre las piedras esperando a que los peces se decidan. Desconozco si se reúnen para pescar o aprovechan la excusa de la pesca para organizar las reuniones vespertinas y pasarlo en grande. Lo cierto es que transmiten una envidiable sensación de placidez y bienestar.


En contraste, reconozco que la trascendencia y exigencia del mencionado curso me ha tenido en tensión durante demasiado tiempo, posiblemente desde el primer momento. Aunque el resultado final ha sido positivo, la cantidad de horas dedicadas y el enorme esfuerzo han supuesto un notable desgaste personal. El sentido de responsabilidad podría manifestarse como en la fábula en la que el balsero

domingo, 10 de mayo de 2015

¡Oh cielos, qué horror!

Pin en Childhood Series 动画片 
A riesgo de parecer increíble, lo cierto es que de pequeño no teníamos móviles, videojuegos ni Internet, aunque tampoco los echábamos en falta. El entretenimiento multimedia lo proporcionaba la televisión, donde disfrutábamos con deleite de los dibujos animados como Heidi, Marco, Mazinguer Z, La abeja Maya, Los Pitufos…

También estaban los personajes de Hannah Barbera, entre ellos Leoncio y Tristón, un león y una hiena que caminaban, vestían y hablaban como humanos, con caracteres bien diferentes. Leoncio representaba al optimismo permanente y a la alegría, en tanto que Tristón se mostraba alicaído, temeroso y siempre veía la botella medio vacía. La mera imagen gráfica les describía: el uno erguido, con aplomo en los andares y la sonrisa de oreja a oreja, en tanto que el otro, encorvado, cabizbajo, y repitiendo continuamente el mantra “Oh cielos, que horror”.

Puede que los personajes no resulten populares actualmente, pero los encuentro de máxima actualidad. La forma de encarar las cosas, la mera actitud al levantarnos y comenzar el día, pueden ser una plena declaración de intenciones de gran trascendencia en los resultados de nuestros actos y en nuestra vida.

La actitud positiva,

miércoles, 8 de abril de 2015

Palotes y palazos.


Resultado de imagen de contar palotes
A vueltas con el curso que me tiene de los nervios, recientemente culminamos el segundo trimestre, confío en que con fortuna para todo el grupo. La exigencia de la materia, lejos de hacer concesiones, mantiene el nivel, lo que nos ha requerido constancia, tiempo y dedicación. En contrapartida, el grupo se ha cohesionado aún más, haciendo válida la célebre expresión, “todos a una”, que lo mismo podría ser “uno para todos…” El intercambio de consultas y la colaboración permanente se han convertido en un agradable y reconfortante hábito y acicate para el estudio, a pesar del menoscabo del sueño, descanso o familia.

Al mismo tiempo, el apoyo mutuo, la complicidad y el buen humor se han instalado en las interacciones cotidianas, dentro y fuera del aula, presencial y telemáticamente, reforzando y retroalimentando la dinámica productiva. Porque no nos confundamos, lo pasamos bien y compartimos bromas, pero se trata de un equipo de trabajo que ha desarrollado sinergias compartidas de alto valor volcado en la consecución de objetivos.

En este segundo “asalto” nos las hemos tenido que ver con el tortuoso binomio debe-haber de la contabilidad empresarial. Para hacer más accesible el concepto, me refugié en sus analogías con las relaciones humanas. En cómo evaluamos y calificamos a los demás por los déficits o superhábits que atribuimos a su comportamiento y al intercambio mutuo. Se trata de una valoración que fluctúa en el tiempo, en función de los méritos o deméritos que atribuimos a los demás, así como de nuestra mesura para juzgar la importancia real o la intencionalidad de los hechos. 

Con más frecuencia de la aconsejable,

jueves, 12 de marzo de 2015

Un momentito, por favor.


¡Menudo circo! La semana pasada me topé con un listo que pretendía aparcar sobre la acera, sin la menor consideración hacia los derechos de los peatones. Pero es que el otro día me di de bruces con una miope que no veía más allá de su nariz. Y no me refiero a falta de vista, sino a cortedad de miras.

Resultado de imagen de un momento por favorCamino de casa después del trabajo, me detuve en el super a realizar un avituallamiento de emergencia para la cena. Al llegar a la línea de caja, me ubiqué en la cola que me pareció más corta y me dispuse a aguardar mi turno. A medida que se prolongaba la espera, mi sorpresa e impaciencia se incrementaban exponencialmente mirando asombrado a la persona que pasaba los artículos por el lector de códigos.

martes, 3 de marzo de 2015

Ya, ya.

Simple Handshake Clip Art

¡Todavía no salgo de mi asombro! Hace unos días, al llegar a casa tras finalizar la jornada laboral, un coche maniobraba para aparcar y subió a la acera ocupando todo su ancho. Como no retornaba a la calzada, le hice señas para ayudarle a terminar la maniobra pero, para mi sorpresa, el conductor paró el motor y se bajó. Al indicarle que estaba bloqueando el paso de la acera, por toda respuesta, me obsequió con un elocuente “ya, ya”.

Me quedé perplejo, casi paralizado, preguntándome si no había sabido expresarle la situación correctamente o si el individuo no concedía a la circunstancia mayor importancia. Aposté por la primera posibilidad, otorgándole el beneficio de la duda, y opté por aportar un nuevo argumento al debate, ya que mi interlocutor comenzaba a alejarse del coche recién “aparcado”. Puesto que el derecho de los peatones a utilizar la acera no parecía suficiente razón para dejar el paso expedito, aventuré que si pasaba alguien con un carrito de niños o en silla de ruedas vería interrumpido su camino.

A lo que replicó, no sin razón,

martes, 17 de febrero de 2015

¿Me lo repite, por favor?

Juan Fco. Martín.

Posiblemente, si preguntásemos quién es el portero más famoso del país, seguramente no sería Iker, sino Emilio. ¿De qué equipo? Pues el de aquella loca comunidad de vecinos que tan buenos ratos nos hizo pasar frente al televisor, con sus magistrales y absurdas peripecias, arrancándonos carcajadas sin tregua. Como denominador común de las juntas, las conversaciones paralelas de temas tan dispares como peregrinos, lo mismo que discusiones sin sentido, fruto de confusiones y malentendidos, además de agendas ocultas totalmente ajenas al orden del día.

Lo mismo que aquella dorada época del cine español, con el gran Berlanga al frente y sus hilarantes historias, donde los personajes urdían las tramas más disparatadas en un continuo devenir de despropósitos, casi siempre alrededor de la picaresca y del “¿qué hay de lo mío?”

Precisamente la semana pasada

lunes, 26 de enero de 2015

Tomando café.

Juan Fco. Martín.

El otro día me tocó realizar gestiones en la administración pública. Acudí con cierto resquemor, ya que, habitualmente, significa largas esperas, cada vez más. Y no fue una excepción.

Calculadamente, me presenté a las 8:15, por aquello de buscar un equilibrio entre no retrasarme en mi trabajo y tampoco herir sensibilidades a quien pudiera parecerle temprana la hora. El caso es que la primera sorpresa desagradable fue que atendían a partir de las 9:00. ¡Como si los demás no tuviésemos derecho a planificar ordenadamente la jornada! Con resignación me dispuse a esperar pacientemente, lo que me dio la oportunidad de elaborar una hipótesis sobre la tardía hora de inicio de la atención.

Basándome en el contrastado método de la observación, tan longevo como la humanidad (también conocido como cotilleo o golizneo), constaté

domingo, 18 de enero de 2015

Aprender a aprender.


Juan Fco. Martín.

Bien dicen que los niños son como esponjas porque lo absorben todo. Y no me refiero a la etapa oral en la que descubren el sabor del mundo llevándose todo tipo de objetos a la boca, sino a su asombrosa capacidad de aprendizaje. Cada nueva situación supone una excelente oportunidad de conocer cómo funciona ese mundo, de adquirir estrategias de éxito y descartar comportamientos ineficaces.

Las teorías del aprendizaje también nos dicen que los adultos tenemos una atención y memoria selectivas, orientadas hacia aquello que nos interesa o nos resulta de utilidad. Visto lo visto, a veces creo que se trata de un deterioro de las habilidades infantiles y que vamos mermando, o limitando, nuestro desarrollo cognitivo por comodidad o tozudez.

Dejando a un lado las teorías personales fruto de la pérdida de la ingenuidad y entusiasmo infantiles, hemos “optimizado” el mecanismo para aprender lo que nos conviene, aunque no siempre sea lo adecuado. Y si no, ¿a cuenta de que viene el dicho de que las personas somos el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, por no decir dos mil?

Me explico. ¿Cuántas veces metemos la pata en la mera comunicación diaria con los demás? ¿Cuántas veces decimos alguna inconveniencia? ¿Cuántas veces ofendemos a los otros, aún sin pretenderlo, por no tener el suficiente tacto con sus opiniones y sentimientos? Lo peor de todo es que, en muchas ocasiones, ni siquiera somos conscientes, de tan centrados que estamos en nuestro propio ombligo.

Posiblemente por comodidad, nos aferramos a las cuatro reglas básicas que nos ubican con comodidad en nuestro entorno, descartando otras posibilidades o, simplemente, no molestándonos en considerarlas.

Y el caso es que no parece que hagamos mucho mejorar. Nos limitamos a pensar o decir que no nos dimos cuenta, que no tuvimos intención de causar daño o, incluso, justificaciones peregrinas alusivas a la imperiosa necesidad de aclarar determinado asunto. Así somos, más burros que los burros, con todo respeto a los cuadrúpedos, que nada tienen que ver con nuestras burradas.

La comunicación eficaz está en la raíz del progreso de las civilizaciones en todos sus órdenes: social, político, económico, laboral… Y las bases se ubican en las interacciones personales más elementales. Una vez más me refiero a la tan manida y poco explotada Inteligencia Emocional.

Comunicar, interaccionar por mejor decir, adecuadamente es el primer paso del éxitoHoy quisiera referirme particularmente a la empatía, eso que todos sabemos definir rápidamente, aunque no tengamos ni idea de lo que realmente significa ni de cómo ponerla en práctica con provecho.

La empatía representa la conexión emocional con la otra persona, implica dar la vuelta al cristal con el que miramos la situación para verla como lo hace nuestro interlocutor. Y no es fácil. Muchas veces hay intereses contrapuestos o, sencillamente, nos cegamos asumiendo que las cosas son como nosotros las interpretamos cuando, en realidad, son poliédricas, con tantas aristas como puntos de vista existan, todos igual de válidos.

Por ello, al interactuar con otras personas, seamos generosos. Demos crédito a sus razonamientos, con independencia de que no coincidan con los nuestros. No es necesario establecer una competición a ver quién tiene razón, posiblemente ambos.

Seamos inteligentes, acojamos la multidimensonalidad con los brazos abiertos y despleguemos las orejas a ver si enriquecemos nuestro, cada vez más rígido y acotado universo. Seguro que nos aportará aprendizajes de valor y nuevas e interesantes perspectivas con posibilidades insospechadas.

¡Qué diantres! Seamos valientes y recuperemos aquellas felices sensaciones infantiles de descubrir cada día el mundo que nos rodea, sólo con cambiar la forma de mirarlo.



Gracias por compartir y que tengas un estupendo día.


domingo, 11 de enero de 2015

Con mucho gusto... también en Navidad.

Juan Fco. Martín.

Una vez más, la ruleta de la vida nos lleva a la casilla de salida de un nuevo año. Atrás quedan esas tres semanas especiales que denominamos Navidad y nos sumergimos de nuevo en la rutina. Siempre me han gustado las navidades. No creo que la alegría e ilusión sea exclusiva de los niños. Posiblemente, sea un tópico al que recurrimos para enmascarar nuestras reminiscencias infantiles. En cualquier caso, las considero una excelente ocasión, excusa si lo prefieren, para la cordialidad, las bromas, exteriorizar sentimientos, compartir momentos con amigos y familia o atracarnos de todo lo que sube el colesterol y los triglicéridos.

A eso añado la espectacular escenografía, conformada por luces, decoraciones, villancicos, cabalgatas y todas las manifestaciones que las acompañan. Aunque es una locura, todos nos vemos inmersos en la vorágine de las compras compulsivas, ya sea porque hay que regalar o porque nos apetece, y todos despotricamos una vez más por lo mismo.

Aprovechando las vacaciones de los niños, o motivadas por ello, muchos disfrutan también de unos días de descanso. Hay quienes salen de viaje o quienes, simplemente, prefieren dedicar esos días a descansar y a las referidas compras navideñas.

Sin embargo, muchos otros no tienen esa suerte o esa posibilidad. Particularmente, quiero referirme a quienes no tienen trabajo y a aquellos que no les queda más remedio que trabajar en estas fechas. Respecto a los primeros, siempre incluyo