Por la tarde, camino del curso de marras al que me he referido en anteriores ocasiones, siempre me encontraba con la misma escena: en un scalextric de la autopista, al abrigo de la sombra producida por la misma estructura de hormigón y asfalto, un pequeño grupo de jubilados jugando a las cartas en una mesa playera en la que nunca falta bebida y comida. Mientras, las cañas de pescar trabadas entre las piedras esperando a que los peces se decidan. Desconozco si se reúnen para pescar o aprovechan la excusa de la pesca para organizar las reuniones vespertinas y pasarlo en grande. Lo cierto es que transmiten una envidiable sensación de placidez y bienestar.
En contraste, reconozco que la trascendencia y exigencia del mencionado curso me
ha tenido en tensión durante demasiado tiempo, posiblemente desde el
primer momento. Aunque el resultado final ha sido positivo, la cantidad de horas dedicadas y el enorme
esfuerzo han supuesto un notable desgaste personal. El sentido de responsabilidad podría manifestarse como en la fábula en la que el balsero
no podía bajar a tierra porque al llegar a cada orilla del río siempre había clientes esperando para cruzar e, irremisiblemente, tenía que reanudar viaje y permanecer en la odiada balsa.
no podía bajar a tierra porque al llegar a cada orilla del río siempre había clientes esperando para cruzar e, irremisiblemente, tenía que reanudar viaje y permanecer en la odiada balsa.
La
diferencia está en que nosotros sí podemos tomar conciencia
de la situación y, al menos, mejorarla. Sería necio pensar que poseemos
superpoderes que hagan desaparecer prisas, problemas y preocupaciones. Cada día
viene cargado de situaciones inesperadas, no siempre de nuestro agrado, que debemos acometer. Pero, al
igual que nuestro amigo Leoncio, tenemos la capacidad de rotar el prisma con el
que afrontamos la vida y podemos encarar las cosas de otra manera. No hablo del
optimismo extremo, ajeno a la realidad, sino de la mesura a la hora de sopesar
las cosas, de decidir la importancia que tienen y, en consecuencia, la urgencia
con que debemos acometerlas.
No todas las
situaciones son de vida o muerte, como muchas veces parece que las interpretamos. Retomando el práctico, pero escasamente aplicado, binomio urgente-importante, centremos el tiro en lo realmente importante, intentando planificar las tareas y actividades, anticiparnos a ellas para minimizar las peligrosas urgencias, muchas veces de escasa relevancia y nulo valor añadido.
Además, siempre podemos contar con la ayuda de nuestros compañeros de trabajo, lo mismo que brindársela y compartir las tareas. También podemos llamar a clientes o proveedores y concertar con ellos soluciones convenientes para ambas partes, sin tener que dejarnos la vida en ello.
Estrategias así de sencillas nos ayudarán a cumplir con nuestras responsabilidades a la vez que disfrutar del ocio, aportando mayor calidad a la vida familiar y personal.
Además, siempre podemos contar con la ayuda de nuestros compañeros de trabajo, lo mismo que brindársela y compartir las tareas. También podemos llamar a clientes o proveedores y concertar con ellos soluciones convenientes para ambas partes, sin tener que dejarnos la vida en ello.
Estrategias así de sencillas nos ayudarán a cumplir con nuestras responsabilidades a la vez que disfrutar del ocio, aportando mayor calidad a la vida familiar y personal.
Volvemos a
lo de siempre; en demasiadas ocasiones nos apretamos tanto el nudo de la corbata que, más que el motivo por el que nos la ponemos, somos nosotros quienes nos
provocamos la falta de aire para respirar y disfrutar de nuestro particular día de pesca.
Sirva esta reflexión de merecido reconocimiento al resto de compañeros, docentes y personal técnico que me han acompañado en esta experiencia, al inicio meramente profesional resultando, a la postre, en una auténtica vivencia de compañerismo y trabajo en equipo de enorme calidad humana.
Gracias por
compartir y que tengas un estupendo día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario