Juan Fco. Martín.
El año pasado viví en mi propia familia la tristeza del cierre de un negocio, por causa de la maldita crisis que nos asola, iniciado apenas 10 meses antes con mucha ilusión, dedicación y esfuerzo.
Negocio para el que se habían solicitado diversas subvenciones y ayudas, previstas para apoyar al sostenimiento del mismo durante la etapa de arranque y estabilización. No salía de mi asombro cuando al interesarme por el asunto, escuchaba mes tras mes que no llegaban por falta de disponibilidad presupuestaria y que aún estaban por abonarse las solicitudes del año anterior.