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martes, 4 de marzo de 2014

Obediencia debida


Army Veteran Clip Art
Juan Fco. Martín.

En 1963 Stanley Milgram publicó un histórico artículo sobre el acatamiento de la autoridad, titulado Estudio del comportamiento de la obediencia.


Básicamente, en una situación experimental, los participantes administraban (así se les explicó) una serie de choques eléctricos a unos supuestos compañeros, en realidad cómplices de la investigación, si se equivocaban en sus respuestas a una prueba de conocimientos. Al recibir los choques eléctricos (que eran ficticios), los "compañeros" gritaban de dolor y cuando los participantes manifestaban dudas sobre continuar haciéndolo, el investigador jefe les ordenaba seguir. Ningún participante se negó rotundamente a aplicar más descargas antes de alcanzar los 300 voltios.  El 65% llegó a "administrar" descargas de 450 voltios siguiendo estas instrucciones, a pesar de los gritos de dolor de sus compañeros.

Aunque esto ocurrió hace más de 50 años, en 2009 un concurso televisivo de la televisión francesa llamado "El juego de la muerte" reprodujo una situación similar, incrementándose la tasa de obediencia al 81%.

Salvando las diferencias, recientemente se han producido dos incidentes en relación a este tópico que dan mucho que pensar:

  • El pasado día de San Valentín, los pasajeros de un vuelo de Ryanair con salida del aeropuerto de Londres, se vieron retenidos en el avión nada menos que 11 horas por una avería. Al reclamar comida y bebida, se les ofreció pagarla conforme a las tarifas de la compañía, como si estuviesen en pleno vuelo. Finalmente, terminaron llamando a la policía para dar cuenta del atropello que estaban sufriendo. Nada menos que 11 horas encerrados en el avión hasta que se decidieron a actuar.
  • Por otra parte, la semana pasada, nueve diputados del PP en el parlamento catalán votaron a favor de la consulta soberanista anunciada para el próximo 9 de noviembre, parece que debido a un error en la seña que hizo el jefe de filas. El PP votando a favor de la consulta nacionalista catalana y nadie cuestionó el error. Ahí es nada.
Estos hechos reflejan la transferencia de responsabilidad que realizamos amparándonos en la autoridad externa renunciando, incluso, a nuestros principios y convicciones. Seguramente, la expresión más extrema de esta transferencia la encarna el contexto militar, llegando a exponer la propia vida o a arrebatar la de otros, por mor de la obediencia debida.

Situaciones de este tipo se producen con más frecuencia de la que nos gustaría en el ámbito laboral. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado con respuestas del tipo "eso no puede ser", "no puedo hacer nada", "mis instrucciones no me lo permiten" u otras por el estilo?

Lógicamente, no se trata de transgredir normas ni de llamar a la rebelión. Ni de lejos. Pero es cierto que no siempre encontramos la actitud, la vocación de servicio, adecuada en situaciones en las que necesitamos ayuda o que no sabemos cómo resolverlas. 

Aunque tanto en las administraciones públicas como en la empresa privada, la mayor parte de las ocasiones, nos atienden con comprensión y simpatía, no deja de haber personas que no toman conciencia de su función, o de la necesidad del cliente. O no quieren complicarse ayudando a los demás.

La empatía, eso que llamamos la habilidad de ponerse en el lugar del otro, además de ser propia de la buena voluntad, es un requisito obligado de los puestos de atención al público, ya sea en comercios, en administraciones, en talleres o en cualquier función en la que tratemos con personas, incluso con compañeros/as.

Dejemos de escudarnos en las reglas, en el escalafón o en lo que sea para evitarnos molestias. Lo cierto es que ayudar a los demás, lejos de costar tanto, genera grandes satisfacciones.





Gracias por compartir y que tengas un estupendo día.










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