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domingo, 5 de octubre de 2014

De cabras y montes.

Juan Fco. Martín.


Desde antes de comenzar la asignatura de Personalidad, la mala fama de borde y “hueso” precedía al “profe”, a quien ni siquiera conocía aún. Lo cierto es que asistir a las clases de Vicente Pelechano Barberá fue un auténtico privilegio y satisfacción, diría que lo mejor del curso. Aquel hombre, de reconocimiento y prestigio internacional, sabía de lo que hablaba y disfrutaba compartiéndolo. Sus clases eran un continuo fluir de conocimientos expresados con amenidad, erudición y habilidad pedagógica. No menos cierto fue que hubo que hincar los codos para aprobar, pero supongo que en eso consiste el trabajo de estudiante, aunque en aquella época no estuviésemos por la labor.

El estudio de la personalidad humana ha sido muy abundante por la importancia de sus repercusiones en todos los ámbitos de la vida:
personal, familiar, social o profesional. Tal es así, que se han escrito ríos de tinta, no sólo para comprender y predecir el comportamiento sino, incluso, para determinar la barrera entre salud y enfermedad mental condicionada por factores de personalidad.

También las lecciones del docto personaje me ayudaron a comprender la eterna y trascendente dicotomía entre lo innato y lo adquirido del comportamiento humano, entre los rasgos de personalidad o el aprendizaje de patrones de conducta. Debo decir que, en términos generales, la orientación del cuadro docente que tutorizó mis estudios se apoyaba más en la importancia del aprendizaje, lo cual me pareció muy acertado.

Años más tarde, durante la etapa que dediqué a la selección de personal, conocí de cerca la Gestión por Competencias, que llegó a España con fuerza en los años 90, aunque sus cimientos datan de 1973, con el clásico artículo Testing for competence, rather than intelligence, de David McClelland.

Básicamente, a efectos de la selección de candidatos/as para lograr el mejor ajuste puesto-persona, la Gestión por Competencias establece que
los comportamientos de éxito laboral están asociados a determinadas “tendencias” de conducta. Con vocación pragmática, soslaya la polémica sobre su origen, admitiendo tanto factores innatos como adquiridos. Lo relevante es que dichas tendencias condicionan la forma de actuar y que pueden ser modificadas sobre la base de la voluntad y el aprendizaje de patrones de comportamiento alternativos.

Por lo general, será más sencillo seleccionar personas que desplieguen de forma natural los patrones de acción adecuados al puesto, aunque no quita que otras que los han aprendido lo puedan desempeñar igual de bien. A este respecto, doy fe, en primera persona, de una prueba palmaria: durante la implementación de la evaluación por competencias en la empresa, el director del departamento, que era un animador nato, siempre con chistes y ocurrencias, conciliador y mediador en los conflictos, resultó ser extremadamente calculador y frío, sin orientación alguna a las personas y únicamente volcado en la consecución de objetivos (para un director de recursos humanos, cuando menos, es paradójico).  En cualquier caso, lo importante es constatar que el candidato/a aporta las competencias necesarias para tener éxito en el puesto

Evaluar las competencias es fundamental para un adecuado ajuste persona-puesto. Hay quien se desenvuelve bien con otras personas y hay quien se entiende mejor con las máquinas/herramientas. Imaginemos un puesto de control de cámaras y vigilancia nocturna. Difícilmente, una persona poco observadora, o que busca el contacto interpersonal, se sentirá cómoda. De igual forma, alguien poco dado al contacto social, no será hábil ni cosechará éxitos en puestos de atención al cliente/paciente.

Es esencial seleccionar personas con las competencias adecuadas para cada puesto, tanto por su satisfacción y desarrollo profesional como por la adecuada marcha del negocio. Por ello, para evitar fatales consecuencias personales y empresariales, hay que poner mucho cuidado en garantizar las competencias necesarias porque, como ya sabemos, la cabra tira al monte.



Gracias por compartir y que tengas un estupendo día.

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