Desde antes de comenzar la asignatura de Personalidad, la mala fama de
borde y “hueso” precedía al “profe”, a quien ni siquiera conocía aún. Lo cierto es que
asistir a las clases de Vicente
Pelechano Barberá fue un auténtico privilegio y satisfacción, diría que lo mejor del curso. Aquel hombre, de reconocimiento y prestigio internacional, sabía de lo
que hablaba y disfrutaba compartiéndolo. Sus clases eran un continuo fluir de
conocimientos expresados con amenidad, erudición y habilidad
pedagógica. No menos cierto fue que hubo que hincar los codos para aprobar,
pero supongo que en eso consiste el trabajo de estudiante, aunque en aquella
época no estuviésemos por la labor.
El estudio de la personalidad humana ha sido muy abundante por la importancia de sus repercusiones en todos los ámbitos de la vida:
personal, familiar, social o profesional. Tal es así, que se han escrito ríos de tinta, no sólo para comprender y predecir el comportamiento sino, incluso, para determinar la barrera entre salud y enfermedad mental condicionada por factores de personalidad.
personal, familiar, social o profesional. Tal es así, que se han escrito ríos de tinta, no sólo para comprender y predecir el comportamiento sino, incluso, para determinar la barrera entre salud y enfermedad mental condicionada por factores de personalidad.
Años más tarde, durante la etapa que dediqué a la selección de
personal, conocí de cerca la Gestión por Competencias, que llegó a
España con fuerza en los años 90, aunque sus cimientos datan de 1973, con el clásico
artículo Testing for competence, rather than intelligence, de David McClelland.
Básicamente, a efectos de la selección de candidatos/as para
lograr el mejor ajuste puesto-persona, la
Gestión por Competencias establece que
los comportamientos de éxito laboral están asociados a determinadas “tendencias” de conducta. Con vocación pragmática, soslaya la polémica sobre su origen, admitiendo tanto factores innatos como adquiridos. Lo relevante es que dichas tendencias condicionan la forma de actuar y que pueden ser modificadas sobre la base de la voluntad y el aprendizaje de patrones de comportamiento alternativos.
los comportamientos de éxito laboral están asociados a determinadas “tendencias” de conducta. Con vocación pragmática, soslaya la polémica sobre su origen, admitiendo tanto factores innatos como adquiridos. Lo relevante es que dichas tendencias condicionan la forma de actuar y que pueden ser modificadas sobre la base de la voluntad y el aprendizaje de patrones de comportamiento alternativos.
Por lo general, será más sencillo seleccionar
personas que desplieguen de forma natural los patrones de acción adecuados al
puesto, aunque no quita que otras que los han aprendido lo puedan desempeñar igual
de bien. A este respecto, doy fe, en primera persona, de una prueba palmaria: durante la implementación de la evaluación por competencias en la empresa, el director del departamento, que era un animador nato, siempre con chistes y ocurrencias, conciliador y mediador en los conflictos, resultó ser extremadamente calculador y frío, sin orientación alguna a las personas y únicamente volcado en la consecución de objetivos (para un director de recursos humanos, cuando menos, es paradójico). En cualquier caso, lo importante es constatar que el candidato/a aporta las competencias
necesarias para tener éxito en el puesto.
Evaluar las competencias es fundamental para un adecuado
ajuste persona-puesto. Hay quien se desenvuelve bien con otras personas y hay
quien se entiende mejor con las máquinas/herramientas. Imaginemos un puesto de control
de cámaras y vigilancia nocturna. Difícilmente, una persona poco observadora, o que busca el contacto
interpersonal, se sentirá cómoda. De igual forma, alguien poco dado al contacto
social, no será hábil ni cosechará éxitos en puestos de atención al
cliente/paciente.
Es esencial seleccionar personas con las competencias adecuadas para cada puesto, tanto por su satisfacción y
desarrollo profesional como por la adecuada marcha del negocio. Por ello, para evitar fatales consecuencias personales y empresariales, hay que poner mucho cuidado en garantizar las competencias necesarias porque, como ya sabemos, la cabra tira al monte.
Gracias por compartir y que tengas
un estupendo día.
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