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lunes, 28 de julio de 2014

Limpieza dental.


A vueltas con la visita a la clínica odontológica fashion, tras hacerme la radiografía buco-dental (una panto, según la llamaban allí), me dirigieron a otra consulta para proceder a la limpieza. Con la enorme pantalla encima de mi cabeza, podría parecer que estaba disfrutando una proyección Imax, de no ser por el mal rato que me estaba dando el odioso cepillo de limpieza. A fe mía que aún revivo el tormento. En más de una ocasión estuve tentado, urgido, de salir corriendo, preguntándome por qué diantres soportar aquello. Como si no hubiese ya suficientes cosas desagradables que afrontar en la vida cotidiana. ¿A cuento de qué “comerme el marrón” sin necesidad?

En estas andaba cuando, sin previa invitación,

miércoles, 23 de julio de 2014

¿Sube o baja?

Juan Fco. Martín.

La semana pasada tocó dentista y el asunto tuvo su aquél. Las instalaciones me dejaron impresionado. Aquello parecía un hotel más que una clínica, con hall de entrada modernista, monitores panorámicos en los puestos de recepción, pantallas con proyección de película incluida en las consultas, ordenadores con conexión a Internet para los pacientes “en tránsito” durante el tratamiento, derroche de cristal en puertas y paneles en la pared… ¡Qué barbaridad!

Apareció el dentista en medio de aquel glamour y, en una inspección que no llegó a los dos minutos, me prescribió limpieza, radiografía buco-dental y hasta luego Lucas. Al retornar a la recepción, comuniqué mi deseo  de “aligerar” el trámite sobre la marcha, pero me explicaron que la primera visita se limitaba a la consulta. Luego me pasaron a un despacho, igualmente chic, con un asesor para hacerme el presupuesto, y aproveché para transmitirle mi interés por “despachar” el asunto de inmediato. Resultó  ser el responsable de atención al cliente y...¡voilà!, tras un par de llamadas, hete aquí que tenía radiografía y limpieza al momento, lo que aplaudí con las orejas.

Claro que ello me hizo reflexionar sobre la coordinación,

miércoles, 16 de julio de 2014

Del timón al azipod.

Juan Fco. Martín.

Hace unos años, censuré los planos del metro por lo ilegible de los nombres de las estaciones, de lo pequeña que era la letra en que estaban impresos. Claro que, poco después pensaba lo mismo de los productos del supermercado al intentar leer los ingredientes que contenían. Por decirlo gráficamente, no daba crédito a mis ojos. Y resultó que, efectivamente, eran mis ojos los que habían perdido fiabilidad, por más que quisiera negarlo. Así que me rendí a la evidencia y, finalmente, me decidí a usar gafas de lectura. Decisión acertada como pocas. Cada vez que me las pongo, los planos recuperan la cordura perdida, los productos del supermercado se tornan razonables, incluso cordiales, y el mundo vuelve a ser accesible.

Puesto que la solución resultó realmente sencilla y resolutiva, ¿a cuento de qué esa cerrazón a aceptar el nuevo escenario y por qué tanta demora en tomar medidas?

miércoles, 9 de julio de 2014

Mejor mañana.


Paseando el fin de semana reparé en unas protecciones dispuestas para prevenir una zona de desprendimientos, así como en otras que delimitaban un socavón en la acera. Ciertamente, una medida prudente de las autoridades, a fin de evitar accidentes o desgracias a los peatones.

Claro que, de tanto verlas, no había caído en que llevaban allí, al menos, un año con igual propósito, sin que se hubiese reparado la malla protectora de los posibles desprendimientos ni rellenado el socavón. ¿De qué se trataba, por qué tanto tiempo sin arreglarlo? ¿Escasez presupuestaria, de recursos humanos, de equipamientos o, sencillamente, desidia? Lo cierto es que la administración responsable se ha circunscrito, durante más de un año, a delimitar el perímetro, desentendiéndose de la solución a un problema de seguridad pública.

Con esta reflexión en mente,

jueves, 3 de julio de 2014

Incomunicación.



Juan Fco. Martín.

Las tertulias, radiofónicas o televisivas, procuran mucha información y, sobre todo, análisis y opinión sobre la convulsa y compleja actualidad que vivimos. Las diversas aportaciones de los intervinientes permiten una "fotografía" más completa de la situación, ampliando los puntos de vista parciales o interesados de partidos políticos y de los protagonistas de la noticia.

Cuando se "calienta" el debate, los contertulios suelen "pisarse" las intervenciones unos a otros, interrumpiéndose sin esperar a escuchar los razonamientos de los compañeros, difuminándose la argumentación. Quizás la expresión más radical podemos verla en los realities sobre el "famoseo" que, más bien, parecen concursos sobre quien dice más barbaridades y grita más alto.

Aunque el ejemplo más clásico de esta comunicación deficiente se manifiesta en las discusiones, cualquier conversación puede terminar convirtiéndose en monólogo cuando nos desentendemos de las explicaciones o los puntos de vista ajenos. No sólo en el ámbito privado, también en cualquiera otro como el profesional.

Siempre me sorprendió, por no decir asombró, cómo en las entrevistas de selección los jefes de departamento hablaban más que los candidatos a los que estaban evaluando.El guión se repetía una y otra vez. Tras unas preguntas iniciales,