Uno de los principios en los que se sustenta el método científico es el de parsimonia, que establece que, a igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más correcta. Es decir, cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la más simple tiene más probabilidades de ser más correcta que la compleja.
En prevención de riesgos laborales, la plasmación más
patente del principio de parsimonia, probablemente sería el socorrido binomio orden y limpieza. Resulta ser una medida
preventiva tan simple, económica y evidente, que en muchas ocasiones,
posiblemente demasiadas, pasa desapercibida, a pesar de sus contrastados y
rotundos resultados.
Orden y limpieza minimizan, cuando no anulan, la
probabilidad de ocurrencia de múltiples accidentes, entre ellos, y sin
ser exhaustivos: choque contra objetos, caídas al mismo nivel, pisadas sobre
objetos, cortes, incendios o contactos eléctricos. Sus positivas repercusiones en el entorno laboral
escapan con creces a cualquier cálculo que podamos aventurar.
De igual forma, el principio subyacente en el orden y limpieza debería
constituir una máxima en nuestra organización y planificación diarias. Prevenir, esto es, anticipar las tareas a desarrollar, preparar una agenda, reflexionar sobre los objetivos a conseguir, determinar los recursos necesarios, métodos y procedimientos a implementar..., deberían ocupar, sí o sí, un lugar destacado en nuestra actividad cotidianda. Estas acciones "preventivas" nos ayudarán a ser más eficaces y eficientes en nuestro cometido.
España destaca en el contexto europeo por un número excesivo de horas dedicadas al trabajo, con bajas ratios de productividad, perjuicio de la conciliación de la vida familiar y laboral, y disminución de la calidad de vida personal. Con toda seguridad, la planificación de las actividades y el mejor aprovechamiento del tiempo corregirían este desequilibrio horas-resultados.
Afortunadamente, contamos con valiosas herramientas para socorrernos, desde el organizador personal de toda la vida (agenda), al auxilio de las nuevas tecnologías, con calendarios, listas "to-do", blocs de notas o gestores de proyectos. Estas herramientas se perfeccionan cuando se aplican conforme a metodologías de mejora productiva, entre ellas GTD (get things done), Pomodoro, Zen to Done u otras.
Pero el primer paso para que dichas herramientas y metodologías sean realmente eficaces, parte de las medidas profilácticas, de nuestra intención y convicción en la relevancia de tener ordenado y limpio nuestro espacio de trabajo, tanto físico como figurado, en ver el bosque sin que los árboles nos obstaculicen. Dedicar unos minutos a preparar el día, fijar las tareas importantes, determinar las actividades a realizar, los hitos a alcanzar, debería ser nuestra mayor prioridad. La contundencia del humilde principio de orden y limpieza se constituye en palanca de máxima eficacia aplicada a la productividad laboral.
Gracias por compartir y que tengas un estupendo día.
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