Sobre un tablero de 64 casillas, dos conjuntos de 16 piezas se
enfrentan desarrollando multitud de jugadas, aperturas o variantes. Las
diversas piezas tienen sus movimientos propios, que les facultan para realizar
acciones específicas y complementarias entre sí.
Más allá del componente lúdico inherente al juego, el ajedrez es
una auténtica referencia para la gestión de la vida personal y laboral, a
saber:
·
Plan
de acción. No se trata de ir dando tumbos a ver dónde nos lleva la vida y las
circunstancias que nos rodean. Este comportamiento azaroso puede tener
consecuencias igualmente impredecibles. Definir objetivos y delimitar las
estrategias y tácticas para conseguirlos, marcarán el rumbo de nuestras
actuaciones y orientarán las decisiones a tomar. La estrategia representa a la
actitud proactiva, la planificación, el análisis, la anticipación. Nos ayuda a
visualizar con antelación los escenarios, a evaluar los elementos
intervinientes y su influencia, a trazar las líneas de acción a tomar y prever los
imponderables.
·
Gestión
y adaptación al cambio: cada jugada puede suponer un vuelco en la situación del
tablero,
modificando el equilibrio entre condiciones neutras, adversas o propicias.
Llevar la iniciativa nos permite promover y liderar el cambio, marcar la pauta. Mantener
la pasividad, esperar los movimientos del adversario, nos fuerza a responder
desde la presión y a ir a remolque. Aunque peligrosa, no necesariamente es una
situación negativa, siempre que previamente hayamos diseñado un plan, celada o añagaza
para debilitar al oponente.
·
Toma
de decisiones. La dimensión analítica, valorativa, sopesando pros y contras,
ganancias y pérdidas, favorece las decisiones responsables, realistas y
acertadas. Disminuye el riesgo, o lo acota a parámetros conocidos, y los
posibles perjuicios, particularmente cuando pueden ser calculados de antemano
con un adecuado análisis de la situación.
·
Trabajo
en equipo. Una sola pieza, por poderosa que sea (léase la dama), puede verse
limitada y en peligro sin el apoyo de las otras. Un humilde peón puede
garantizar y proteger dicho poderío. La coordinación y la complementariedad transforman
al conjunto en una imponente y sólida armada. La magia de la sinergia nos maravilla
al conseguir que 1+1 sea superior a 2.
Como particularidad, el enroque es la
única jugada donde se mueven dos piezas al unísono, permitiendo proteger al rey
u otra pieza, o bien impulsar o apoyar una acción de ataque. Se trata de un
movimiento valioso, siempre que haya un plan previo y tenga una finalidad. El
mero hecho de hacerlo no gana partidas.
Por extensión, denominamos enrocarse a la actitud defensiva,
muchas veces numantina, que adoptamos cuando consideramos agresivo el entorno.
Igual que en el ajedrez, es perfectamente válida siempre que nos ayude a resolver,
“desatascar”, el problema. Quedarnos anclados a ella sin buscar alternativas
nos precipita a descolgarnos de la proactividad
señalada anteriormente y a la desconexión de la realidad. Pasamos de formar
parte de las soluciones a convertirnos en problema, cruzando la peligrosa
frontera de la aportación de valor al proyecto (personal, familiar, laboral…). Y ya se sabe que cuando
uno no suma, no se cuenta con él.
Utilicemos con acierto el enroque como situación transitoria que
nos ayude a reparar daños y reconstruir las defensas debilitadas, a recuperar
el rumbo y, sobre todo, a participar en la consecución del objetivo común,
demostrando nuestra valía, implicación y compromiso.
Gracias por compartir y que tengas un estupendo día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario