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domingo, 12 de enero de 2014

Valor y coraje.


Trophy Clip Art

Juan Fco. Martín.

Yo jamás me atrevería a luchar con él.
Por eso nadie recordará tu nombre (Troya, 2004).

Sobre el papel, el proyecto de negocio ilusiona en gran medida y es muy motivador. Lo diseñamos con esmero, incluso cariño, visualizando la acogida y el éxito que tendrá, así como la gran satisfacción que nos reportará, no exenta de esfuerzo. Requerirá invertir tiempo, dinero y trabajo, posiblemente, comprometiendo ahorros, rehipotecando propiedades o tirando de amigos y familiares que crean en nuestra iniciativa.

Pero, más allá de los aspectos técnicos y materiales, el emprendimiento también se manifiesta en cualidades y características personales (profesionalmente conocidas como competencias), esenciales para alcanzar los objetivos y mejorar los resultados. Puesto que, en esencia, todos somos emprendedores a escala, en tanto que ello implica desarrollar iniciativas y tomar decisiones sobre las mismas, dichas competencias son comunes a cualquier tarea que queramos realizar con éxito.



Entre estas competencias personales, además de la capacidad analítica para evaluar las situaciones (contextos, mercados, éxitos, fracasos...), destaco el pack formado por la actitud positiva (no confundir con optimismo desmedido), la autoconfianza y, sobre todo, el coraje.
  • Capacidad analítica porque es fundamental hacer una foto fidedigna de cada situación para tomar decisiones consecuentes, adecuadas y proporcionadas. Lo contrario sería un suicidio empresarial de consecuencias impredecibles, a buen seguro desastrosas.
  • En cuanto a la actitud positiva, no cabe alcanzar el éxito en nada si no se acomete con la convicción en que las cosas saldrán bien, siempre desde el realismo y del análisis racional de la situación.
  • Autoconfianza. Creer en nosotros y en nuestras posibilidades nos permite avanzar en la senda de la consecución de los objetivos que nos propongamos.
  • Por último, y unido a la actitud positiva y la autoconfianza, subrayo especialmente el coraje y tesón para encarar cada situación con valor y determinación, tirando de arrestos para afrontar las vicisitudes que ello conlleva. El coraje tiene un fuerte anclaje en principios y valores profundos, que guían el comportamiento con firmeza y de forma marcada. Probablemente, esta sea la cualidad diferencial en el salto al emprendimiento. No es fácil dar el paso sin la templanza necesaria para seguir bregando en el día a día, en ocasiones, similar a un auténtico campo de minas.
Valor y coraje no están al alcance de todos. El vértigo que produce el miedo al fracaso, o hacer frente a las dificultades manteniendo el rumbo, afloja piernas y voluntades. Las personas con coraje marcan su impronta allá donde vayan. Son expansivas, se hacen notar en sus formas y, sobre todo, cautivan y suscitan adhesiones.

Reitero una vez más la profunda admiración y respeto que me merece el emprendimiento.

Gracias, querido Pablo, por tu ejemplo y enseñanza de valor y coraje. Siempre recordaremos tu nombre.



Gracias por compartir y que tengas un estupendo día.




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