Posiblemente, si preguntásemos quién es el portero más famoso del
país, seguramente no sería Iker, sino Emilio. ¿De qué equipo? Pues el de
aquella loca comunidad de vecinos que tan buenos ratos nos hizo pasar frente al
televisor, con sus magistrales y absurdas peripecias, arrancándonos carcajadas
sin tregua. Como denominador común de las juntas, las conversaciones paralelas
de temas tan dispares como peregrinos, lo mismo que discusiones sin sentido,
fruto de confusiones y malentendidos, además de agendas ocultas totalmente
ajenas al orden del día.
Lo mismo que aquella dorada época del cine español, con el gran
Berlanga al frente y sus hilarantes historias, donde los personajes urdían las
tramas más disparatadas en un continuo devenir de despropósitos, casi siempre
alrededor de la picaresca y del “¿qué hay de lo mío?”
Precisamente la semana pasada